martes, 30 de octubre de 2007

¿YA FUMÓ EL TABACO SIN HUMO?

Se llama Taboca y la Phillip Morris la produce como alternativa para adultos que quieren dejar el cigarrillo. Por su parte, la NN investiga una vacuna que quitaría el placer de fumar. Y en Inglaterra fulano de tal está a punto de lograr la patente de una bebida con sabor a güisqui que causa su misma euforia y desinhibición, pero no emborracha. ¡Cuánto tiempo falta para que alguien invente el chip que controle la eyaculación precoz? Si acaso aquello ocurre, el mundo espera que no venga en forma de supositorio...

Todo lo que antes dependía de la voluntad o era resultado de un arte y el esfuerzo humano hoy es desplazado por los chips y los botones. La calculadora en su época fue el “tabaco sin humo” de las operaciones matemáticas, que, según sus detractores, nos quitó la “nicotina” y los dolores de cabeza de la agilidad mental.

No reniego del avance tecnológico. Aún me sigue pareciendo sorprendente que con un botón, máximo dos, pueda llamar a un ascensor y elevarme al quinto piso. Pero parecería que tenemos una tendencia natural a… desnaturalizar las cosas. Si hemos de ser aficionados al cigarrillo porqué habríamos de quitarle la nicotina o el humo. Del café lo mismo… ¡a tomarlo descafeinado!. Y no digamos nada de la hamburguesa vegetariana que no es de carne sino… de soya. (Mucho menos mencionemos a las muñecas inflables de sabores.)

Es que la humanidad va en permanente búsqueda de disminuir los daños, las enfermedades y el dolor, dirán otros. Pero cuando veo las guerras no estoy tan seguro de ello.

Dejar de fumar es una vieja aspiración… moderna. Jamás se oyó de algún shamán que lo hubiese intentado o que haya interpuesto un juicio a la selva amazónica. Tampoco de los apaches fumadores de la paz. Nunca antes se publicaron libros de recetas para “dejar el vicio”. Hoy proliferan los métodos. Cuando Greta Garbo quiso aplicar uno de ellos, en “Ninotchka”, le advirtieron lo ridícula que se veía al seducir a Melvin Douglas chupando una menta. Tuvo que repetir la escena y resignarse a hacerlo fumando con pitillo largo.

La diversidad de intentos incluye aplicarse un parche. Pero un amigo, que a más del tabaquismo practica la gordura, me dijo que dejó de usarlo cuando su mujer se negó a compartir el lecho “con una llanta recién vulcanizada”…

Del hipnotismo ni hablar. Hay aquellos que junto al tabaquismo desarrollaron el insomnio, de modo que allí donde el terapeuta decía “dueeerme, dueeerme” ellos reconocieron en silencio que debían buscar primero un método para dormir, antes de volver al hipnotista.

En fin, acupuntura, parches, baños de asiento, todo por evitar los efectos devastadores del tabaco, que van desde la descompensación nerviosa hasta el cáncer de pulmón. Pero si el tabaquismo altera los nervios, es evidente que el anti tabaquismo los está destrozando más. Sobretodo a los ejecutivos de la Philip Morris…

Me parece bien que la gente deje de fumar y ocupe la boca en actividades más provechosas, como por ejemplo cerrarla cuando no se tiene nada que decir. Pero quitarle el humo y la nicotina al tabaco para seguir fumando sin riesgo, es como el café sin cafeína, las carnes sin grasa, la vitamina B antes de irse de juerga, o una suegra en taller de auto superación. Vale decir… intentos de algo o de alguien por reducir su efecto destructivo.

Y no se crea que me niego a que la Humanidad pretenda el bienestar y busque la reducción de la enfermedad. A lo que opongo resistencia es a que dejemos de llamar a las cosas por su nombre. Secuela de ese vicio es que a las guerras hoy llamemos “guerras tecnológicas sin daños colaterales”

¡El que quiera fumar pues que se joda! Y que siga succionando el cáncer que escogió. En mi caso lo único que me sigo chupando es el sueldo, y hoy que empiezo a ser un cuarentón, me he dado cuenta de que, para parecer más sexy, en vez de chupar un cigarrillo como en los comerciales de Marlboro, hay que empezar, definitivamente, a chupar el abdomen.

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1 comentario:

Eulera dijo...

Buenísimo, señor Bonil. Al grano, con todo. Un ensayito maravilloso.